El Camino para Bolivia, 6 de agosto, Día 32
23 kilómetros entre Santa Irene y Santiago de Compostela.
Cumplidos los 796 kilómetros desde St. Jean Pied de Port, y llegando el día que quería, el de la Independencia de Bolivia. Pasando primero por un cerco de alambre cubierto de cruces, testimonio religioso de centenares de peregrinos, y representativos del espíritu que motivó - por todas las razones que nos inspiran - a millones mas. Yo, cansado más por la tensión del último día de la caminata de querer terminar sin mayores pendientes, sin haber saltado ningún punto, ninguna oportunidad importante. O sea, llegar a Santiago lo más libre posible.
Quería bañarme, comer y dormir, no necesariamente en ese orden. Ni siquiera se me ocurrió ir a la Plaza do Obradoiro para sacar la foto tradicional delante la Catedral. Pero sí me captó la inspiración está pareja, caminando, mano a mano, por una de las calles del casco histórico.
Y el próximo día, ir a la Oficina del Peregrino para conseguir la Compostela, el certificado de que efectivamente hice el Camino.
Siento alivio y tristeza. Alivio porque cumplí físicamente lo que buscaba - caminar cada paso del Camino Francés. Tristeza porque de repente me desperté sin tener aquella misión diaria de caminar cierta distancia, un promedio de 25 kilómetros por día, reconocer algunos paisajes y pueblos como viejos amigos, conocer otros que me habían escapado en caminatas anteriores, fortalecer nuevas amistades o caminar en silencio y soledad.
Y espero haber contribuido algo, algunos pasos, a la conversación sobre Bolivia de los años noventa, conversación que me comprometo a mantener. En ese sentido, esta llegada a Santiago de Compostela es la primera etapa de un camino que continúa, el Camino para Bolivia.
Cumplidos los 796 kilómetros desde St. Jean Pied de Port, y llegando el día que quería, el de la Independencia de Bolivia. Pasando primero por un cerco de alambre cubierto de cruces, testimonio religioso de centenares de peregrinos, y representativos del espíritu que motivó - por todas las razones que nos inspiran - a millones mas. Yo, cansado más por la tensión del último día de la caminata de querer terminar sin mayores pendientes, sin haber saltado ningún punto, ninguna oportunidad importante. O sea, llegar a Santiago lo más libre posible.
Quería bañarme, comer y dormir, no necesariamente en ese orden. Ni siquiera se me ocurrió ir a la Plaza do Obradoiro para sacar la foto tradicional delante la Catedral. Pero sí me captó la inspiración está pareja, caminando, mano a mano, por una de las calles del casco histórico.
Y el próximo día, ir a la Oficina del Peregrino para conseguir la Compostela, el certificado de que efectivamente hice el Camino.
Siento alivio y tristeza. Alivio porque cumplí físicamente lo que buscaba - caminar cada paso del Camino Francés. Tristeza porque de repente me desperté sin tener aquella misión diaria de caminar cierta distancia, un promedio de 25 kilómetros por día, reconocer algunos paisajes y pueblos como viejos amigos, conocer otros que me habían escapado en caminatas anteriores, fortalecer nuevas amistades o caminar en silencio y soledad.
Y espero haber contribuido algo, algunos pasos, a la conversación sobre Bolivia de los años noventa, conversación que me comprometo a mantener. En ese sentido, esta llegada a Santiago de Compostela es la primera etapa de un camino que continúa, el Camino para Bolivia.